Acto 3: El futuro

 

Antes de contarte el futuro, tengo que aceptarte una cosa. Soy un capullo.

Anda que, teniéndote leyendo una carta durante 10 minutos, voy y te mando a una web de mierda, que encima tarda mogollón en cargar.

Pero, eh, confía en mi. Hay un motivo de peso.

 

Si te perdiste el principio de esta aventura, entonces quizá esto te interese.
Si estás desde Febrero de 2020, posiblemente esto te emocione.

 

Verás.

 

El otro día, estaba bajito de ánimo, y decidí leer todas las cartas. Y, por primera vez, fui verdaderamente consciente de algo:

Estoy compartiendo una parte de mi muy profunda. Y, volviéndolas a leer, he aprendido mucho.

Me sorprende que, sólo con volver a leer cosas que yo mismo he escrito, haya sido consciente de otras que no están bien hoy. Partes de mi que seguir mejorando. Hoy. Mañana. Todos los días de mi vida.

 

Joder, Carlos, pareces un filósofo

 

¿Y, que pasa? ¿No te gusta lo que te cuento?
Entonces, ¿que haces leyendo esto?

¿Y por qué sigues leyéndolo?

Va, cierra la página, y vete a Youtube, a ver videos de gatos.

 

¿No?

 

Vale. Si en dos intentos no he conseguido echarte, entonces, debe ser que si te interesa.

Menuda locura de Acto 3, ahora que lo pienso.

 

En cualquier caso, te voy a dar dos noticias:

 

1. Las cartas tienen fecha de caducidad

Las cartas físicas, digo. El papel. No te pienses que voy a dejar de mandarlas todos los meses.

Al menos, por ahora, eso no cambia.

 

El formato carta es bonito. Está genial recibirlo, y leer una historia entretenida. Pero, seamos claros: Es poco reutilizable.

Un montón de papeles, con margenes raros, dentro de sobres. Posiblemente guardados en una caja de cartón (en mi caso, en una de zapatos) y sin acordarte de esto nunca jamás.

 

Además, si estás desde el principio, tienes la peli completa. Pero, si llegaste hace poquito, te faltará contexto. Especialmente, cuando hago referencias a cosas que ya conté. Intento que no sea muchas veces, pero a veces pasa.

Desde ya, pido disculpas por las veces que haya pasado, y por las que vuelva a pasar.

Pero es una carencia del formato.

 

Es cuestión de tiempo que te olvides de que existen, o de que acaben en la basura (porfa, que sea en el contendedor de papel).

 

Es ley de vida. Todo lo que nace, muere.

 

2. Voy a hacerlas imperecederas.

¿Imperecederas? Si.

Se que suena imposible, pero tu y yo sabemos que no. Que tengo un plan. Un plan loco, como casi todos, pero al que no todo el mundo tiene invitación.

Si estás leyendo esto, es que tu tienes una invitación.

Te cuento más sobre el plan.

Empecemos por lo que si va a ser, y lo que no:

– ¿Sustituye a las cartas? No. Es otra cosa distinta. Las cartas siguen como hasta ahora. Y seguirán hasta que se me olvide cómo se escribe, o me harte.

– ¿Será Digital? No. Va a ser 100% físico. Igual que ahora. Bueno, quizá no 100%, pero ya se verá.

¿Será Diferente? Si y no. Habrá cosas nuevas, y cosas que ya conoces.

– ¿Será Exclusivo? Si. Sin duda. Sin invitación, no hay tu tía. Me da igual que seas mi primo, David Broncano, el director del CNI o Dios. ¿No tienes invitación? Te jodes.

– ¿Será Gratis? No tengo ni idea. Dependerá de lo que me cueste a mi. En parte, es un regalo que quiero hacerte por la confianza. Pero tampoco soy el puto Jeff Bezos. Tengo que hacer números, y por eso te traigo aquí.

¿Será sólo Carlos y sus mierdas? No. Es un proyecto en el que pretendo liar a bastante gente. Quiero hacer algo muy loco, y necesito a gente más hábil e inteligente que yo para poder hacerlo realidad.

¿Será novedoso? Hasta ahora no he visto nada similar. Quizá lo hay, y no lo se. También te digo, que el formato en si tiene miles de años. Pero esta vueltecita no la he visto.

 

Una de las cosas que más me gusta de las cartas es que hemos creado algo no todo el mundo puede leer. Un espacio sólo para unas pocas personas que habéis confiado en él.

Y eso, pero multiplicado por 1000 es lo que estoy preparando.

 

Si te cuento más, te chafo la sorpresa. Además, sin invitación no vas a saber lo que es hasta que salga. O, quizás, incluso cuando salga, tampoco lo sepas.

 

Vale, quiero mi invitación

Me alegra, porque para eso he hecho esta página.

 

Lo primero, te cuento lo que necesito:

Necesito saber cuanta gente está dispuesta a apostar. Con ese número, yo puedo hacer cálculos, hablar con quien tengo que hablar, y ver cómo sale todo en costes, tiempos y calidades.

Con esos datos, veré cuanto puedo financiar, y cuánto no, para poder ser 100% transparene. Así de simple.

 

Ahora, cómo funciona:

Te dejo aquí un micro form. Pido poco: Un nombre, por educación, y un email para poderte contar los detalles de todo, y las novedades.

Revisaré las respuestas y te escribiré confirmando que estás dentro del proyecto. Obviamente, comprobaré manualmente que tienes invitación. Si rulas esto por ahi, y se registra tu primo, a él no le voy a escribir. Salvo que tenga invitación.